martes, 8 de septiembre de 2015

TRILOGÍA DE CLONES DEL ENGENDRO IGUALITARIO



Voy a comenzar este posteo contando la vez que estuve por perder el mejor señuelo que jamás haya tenido.

Y fue en una lagunita a la que frecuentamos "los locos del charquito". Después del enésimo pique y subsiguiente lance, al empezar a recoger el multi una extraña sensación recorrió mi cuerpo y heló mi sangre.... la línea venía vacía. Más allá no había nada más que ausencia.

La tristeza y desazón duró apenas segundos, los que alcanzaron para contarle a mi amigo de aventuras "El Gaita" lo que había sucedido y enfocar el lugar preciso en donde semejante objeto había caído. Tomé un par de camalotes de referencia y hacia allá fui, lo más raudamente que me permitiera el wader en el medio del agua y el barro.

A unos dos metros de distancia, y estando 50 centímetros abajo del agua, empecé a ver su brillo eterno, como si fuera un fruto de la naturaleza a punto de surgir de sus mismísimas entrañas.

Estaba ahí esperándome y siendo tan generoso que tal vez haya sido el único lance en una seguidilla inigualable de piques, en donde no llamó la atención a ninguna dientona, cosa que lo hubiera hecho desaparecer para siempre.

Al contarle a mi compañero que lo había recuperado, éste sabiamente me dijo la frase que quedó dándome vueltas por la cabeza hasta el día de hoy " tenes que clonarlo".

Y así fue. Me prometí hacer 3, por ahora y tal vez para siempre, solamente 3 clones. Y sus nuevos propietarios son las 3 personas que más se maravillaron por él, dos en vivo y el tercero de manera virtual.



PROCESO DE CLONACIÓN













Hoy ese proceso ha terminado. Y si bien uno nunca está 100% conforme con sus artesanales, me gratifica, aunque se vean a simple vista iguales, que cada uno tenga un carácter especial.







De ahora en más sólo me resta entregárselos a sus respectivos padres adoptivos, y ellos deberán darle el toque final, entre anillas, triples y porque no, una plumita.

Y tratar de que en breve vuelvan a casa tal vez, por alguna restauración, o como me gusta llamarlo a mi, a por unos mimos.

Saludos, leito.

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